miércoles, 7 de octubre de 2009

Ernesto y María


- Joder!, anoche le prometí a María que pensaría en nosotros y le daría una sorpresa y con la mierda del proyecto que tengo que entregar para el Lunes se me ha olvidado por completo el gatillazo de anoche. Joder! - piensa agobiado Ernesto frente al ordenador situado en su pequeña mesa de su pequeño despacho de becario. Por un momento piensa que para lo que le pagan se puede permitir el lujo de remolonear durante la media hora que le queda para finalizar su jornada laboral, así que empieza a bloguear rápidamente en busca de consejo, de inspiración, de algo que le pueda salvar de un mal rollo. Termina de trabajar, coge su viejo coche y se va "pisando leches" para que María no se preocupe por la tardanza. Tras cuarenta y cinco minutos de viaje, aparca donde puede y sale corriendo hacia su casa mientras se toca el bolsillo torpemente en busca de las llaves. Las encuentra y justo cuando va a meterla en la cerradura, María se adelanta abriéndole la puerta. - Tengo para ofrecerte tres propuestas y de éllas tú eliges una- soltó Ernesto nada más abrir la puerta de la casa y encontrarse cara a cara con la niña de sus ojos que tan enamorado le tenía. La emoción de María se podía palpar en el ambiente como una energía fluyente del aire. - La primera es meterte en la bañera, prender el grifo de agua calentita y hacerte el amor bajo la ducha. Sé que no es muy original pero sabes que me encanta cogerte del pelo e inclinarte de espaldas en un arrebato inesperado para metértela con fuerza. . . mmmmm. . . me pones cuando tus jadeos son gritos de lujuria- medio sonrió mientras acariciaba de forma totalmente espontánea su miembro, lo que provocó en María sofoco y a la vez reparo ante la situación que respondió graciosamente con un pequeño guantazo a la mano experta de Ernesto. - Jejeje, mensaje captado, no me toco, sólo que hablo demasiado y me distraigo con una mosca, verdad? - Verdad- respondió María con mirada cansina. - La segunda opción es rememorar los viejos tiempos en la parte de atrás de nuestro coche en el escampado que pegaba a la playa que tanto te gusta y tener una noche loca de pasión y desenfreno, jejeje- echóse a reír Ernesto por el énfasis de su voz al pronunciar pasión y desenfreno, casi a modo de chiste, pero a María la emoción se le iba apagando por momentos. Valoraba la voluntad de Ernesto por renovar la actividad sexual, por disfrutar de lo novedoso, por no caer una vez más en lo aburrido de la monotonía pero, a decir verdad, no se le daba muy bien plantearle situaciones "espontáneas", locas, traviesas, con las que poder compartir entre risas con su mujer. - La tercera. . . - La tercera es- resolvió María- que hoy me hagas el amor a través del sentido auditivo. - ¿Cómo? - Hoy ni siquiera voy a desnudarme, no verás mis pechos, ni mi culo prieto, no me verás tocándome ni dejaré que lo hagas. Sólo me tumbaré a tu lado y sentirás mi aliento, mi respiración, mis jadeos, vilumbrarás mis pezones erectos y mis arqueos involuntarios de espalda. Hoy quiero que disfrutes con la vista ,oído y tocarás sólamente mi aire con tu cara, pero con ninguno más de tus sentidos- advirtió María para dejar las reglas del juego bien claras. Ernesto, tan alto, tan robusto, tan hombre, parecía menguar cabeza y media hasta quedar a la altura menuda de María, tan pequeñita, tan tierna y a veces tan fiera, tan dominante, tan tozuda, obsesiva con sus pensamientos por no decir caprichosa a más no poder. La cara de Ernesto era un poema y María comprendió que lo que pedía era demasiado complejo pero no imposible, así que decidió darle el beneplácito de concederle tiempo. - Te doy media hora que es más que suficiente y te espero en la cama- le dijo como casi haciéndole un favor y continuando con los brazos cruzados debajo de su voluptuoso pecho que se podía observar fácilmente en el escote picudo de la camisa blanca de Ernesto que llevaba por vestido, se dió la vuelta y desapareció de la vista agobiada, acongojada, nerviosa, estática y perpleja de Ernesto.

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